La felicidad
Denis Robert
Novela
Editorial Amat
Barcelona, 2004
250 páginas
Escribe: Juan Miguel Marthans B.
Es bueno —de vez en cuando— hacer experimentos con uno mismo; y eso fue lo que hice en un supermercado (en donde los libros puestos a la venta, por lo general, responden a los efectos de la “bestsellerización”): adquirí un libro del cual no sabía absolutamente nada, tan solo dejándome guiar por un texto de contratapa muy simple y a la vez efectivo, con claras palabras clave que solo tenían por finalidad llamar la atención.
La felicidad es un thriller erótico bastante ligero, en exceso minimalista, y con una carga sexual elevada que, con el pasar de las páginas, se va convirtiendo en una retahíla de escenas previsibles.
Denis Robert, periodista francés, nos narra una historia a dos voces: una femenina, que va en las páginas pares; y una voz masculina, que se intercala tomando posición en las impares. De esta forma Robert nos plantea una especie de ping pong en el que se va tejiendo la linealidad de la historia: dos amantes, ambos casados, que se zambullen en una tormentosa relación que gira en torno a su vida y experimentación sexual desmedida.
Este argumento muta desde juegos atrevidos, propios de la vida sexual de cualquier pareja, a tentativas y prácticas más arriesgadas, osadas, desenfadadas y “comunitarias” en donde la entrega llega a ser desbordante hasta llegar a manifestar ciertas psicopatológica, incluso llegando los personajes a confundir el amor con la entrega y la obediencia sin límites.
La estructura del libro, desprovista de imágenes, podría ayudar a que el lector cree su propio universo; pero quizá basar un libro únicamente en un tema tan poderoso, apabullante y descomunal como el sexo, y solo eso, termina por devorar cualquier elemento que pueda estar a nuestra disposición.
La felicidad es, indudablemente, una experiencia vertiginosa, pero que solo queda en una buena lectura erótica de entretenimiento que nos deja con el vacío de saber que la felicidad no es más que el disfrute personal, la sumatoria de buenos momentos.
domingo, 24 de agosto de 2008
martes, 12 de agosto de 2008
A puerta cerrada — Leyla Bartet
A puerta cerrada
Leyla Bartet
Editorial Peisa
Lima, 2007
Escribe: Margarita Saona
A puerta cerrada, el tercer libro de cuentos de Leyla Bartet, retoma una constante de su narrativa anterior: un título que nos tienta con lo que esquiva el conocimiento, lo que escapa a nuestro campo visual. Muchas veces nos engañamos pensando que la visión nos garantiza el saber, que los ojos no nos mienten y que por lo tanto dominamos, poseemos, aquello que podemos ver. Sus dos títulos previos, Ojos que no ven (Lima, 1997) y Me envolverán las sombras (Lima, 1998), jugaban tentándonos con lo que se nos oculta y A puerta cerrada parecería una continuación de ese tema con un énfasis esta vez en el secreto. Este título sugiere que algo ocurre tras esa puerta y que nos es vedado. Sugiere que la lectura nos permitirá atisbar en el secreto. Y, en efecto, los cuentos de A puerta cerrada están llenos de secretos y, en la mejor tradición cuentística, la que hereda de Poe, Quiroga y Cortázar, Bartet crea un suspenso en sus relatos que poco a poco nos va dejando ver los oscuros secretos que podrían acechar tras las puertas cerradas de nuestros vecinos o incluso, de nuestros propios y hondos deseos inconfesables.
Pero el título A puerta cerrada esconde otro título, “Puerta cerrada”, título de uno de los cuentos más significativos y terribles de la colección y que, según comunicación personal con la autora, ella sugirió como título para la antología. Cuando Leyla Bartet me comentó que su editor encontraba que Puerta cerrada era un título que podría crearles rechazo a los lectores, el contraste entre los dos títulos me resultó enormemente revelador: el segundo, el que prescinde de la preposición, es terminante como una lápida, nos arrincona, nos encierra, nos niega el paso. Nos asfixia. No se trata ya del coqueteo implícito en la invitación a vislumbrar el secreto. Nos da en la cara con su materialidad definitiva.
El cuento “Puerta cerrada” recrea el lento descenso que lleva del tedio cotidiano a un crimen final y a una partida sin retorno y nos deja, como lectores, divididos entre aquello que queda condenado tras la puerta y la liberación de alejarse de ella para siempre. Ese carácter definitivo y final marca muchos de los cuentos en los que el destino, trátese de la locura, la muerte o incluso el matrimonio, es una sentencia irrevocable.
Pero, como lo señalé más arriba, el título A puerta cerrada también es preciso, ya que ese destino está casi siempre hecho de secretos inconfesables, de aquellas marcas que se esconden en el pasado de los héroes de tragedia, y que la cuidadosa prosa de Bartet va dejando asomar para sacudirnos con la compasión y el espanto de reconocernos en la humanidad de sus personajes cargados de horror. Puerta cerrada a puerta cerrada, los cuentos de Bartet nos confrontan al destino inescapable por la vía de los secretos que nos tientan desde sus páginas.
Leyla Bartet
Editorial Peisa
Lima, 2007
Escribe: Margarita Saona
A puerta cerrada, el tercer libro de cuentos de Leyla Bartet, retoma una constante de su narrativa anterior: un título que nos tienta con lo que esquiva el conocimiento, lo que escapa a nuestro campo visual. Muchas veces nos engañamos pensando que la visión nos garantiza el saber, que los ojos no nos mienten y que por lo tanto dominamos, poseemos, aquello que podemos ver. Sus dos títulos previos, Ojos que no ven (Lima, 1997) y Me envolverán las sombras (Lima, 1998), jugaban tentándonos con lo que se nos oculta y A puerta cerrada parecería una continuación de ese tema con un énfasis esta vez en el secreto. Este título sugiere que algo ocurre tras esa puerta y que nos es vedado. Sugiere que la lectura nos permitirá atisbar en el secreto. Y, en efecto, los cuentos de A puerta cerrada están llenos de secretos y, en la mejor tradición cuentística, la que hereda de Poe, Quiroga y Cortázar, Bartet crea un suspenso en sus relatos que poco a poco nos va dejando ver los oscuros secretos que podrían acechar tras las puertas cerradas de nuestros vecinos o incluso, de nuestros propios y hondos deseos inconfesables.
Pero el título A puerta cerrada esconde otro título, “Puerta cerrada”, título de uno de los cuentos más significativos y terribles de la colección y que, según comunicación personal con la autora, ella sugirió como título para la antología. Cuando Leyla Bartet me comentó que su editor encontraba que Puerta cerrada era un título que podría crearles rechazo a los lectores, el contraste entre los dos títulos me resultó enormemente revelador: el segundo, el que prescinde de la preposición, es terminante como una lápida, nos arrincona, nos encierra, nos niega el paso. Nos asfixia. No se trata ya del coqueteo implícito en la invitación a vislumbrar el secreto. Nos da en la cara con su materialidad definitiva.
El cuento “Puerta cerrada” recrea el lento descenso que lleva del tedio cotidiano a un crimen final y a una partida sin retorno y nos deja, como lectores, divididos entre aquello que queda condenado tras la puerta y la liberación de alejarse de ella para siempre. Ese carácter definitivo y final marca muchos de los cuentos en los que el destino, trátese de la locura, la muerte o incluso el matrimonio, es una sentencia irrevocable.
Pero, como lo señalé más arriba, el título A puerta cerrada también es preciso, ya que ese destino está casi siempre hecho de secretos inconfesables, de aquellas marcas que se esconden en el pasado de los héroes de tragedia, y que la cuidadosa prosa de Bartet va dejando asomar para sacudirnos con la compasión y el espanto de reconocernos en la humanidad de sus personajes cargados de horror. Puerta cerrada a puerta cerrada, los cuentos de Bartet nos confrontan al destino inescapable por la vía de los secretos que nos tientan desde sus páginas.
martes, 29 de julio de 2008
El sol salía en un Chevrolet amarillo — Luis Freire Sarria
El sol salía en un Chevrolet amarillo
Luis Freire Sarria
Banco Central de Reserva del Perú
Premio BCRP – Novela corta 2005
Lima, 2005
125 páginas
Escribe: Juan Miguel Marthans
El sol salía en un Chevrolet amarillo, ganador del concurso de Novela Corta 2005 organizado por el Banco Central de Reserva del Perú, es un libro que se arma a través de veintiún relatos que tienen como hilo conductor un mismo espacio: Chaclacayo (Lima, Perú) en los años 60. Así mismo, como puede funcionar como un todo, dado el orden cronológico, lo logra hacer de manera individual, sin perder su riqueza, sino más bien, a mi parecer, acentuándola.
Luis Freire, es un escritor que a lo largo de su obra ha sabido respetar ese humor que de cierta manera se ha hecho constante en la literatura peruana, y lo hace bien, apoyándose en él para brindarle al lector una buena cantidad de oxígeno mientras pasa las páginas y para poder darle a sus personajes una ternura ante la que no podemos hacer más que quererlos, sentirlos muy cercanos, y ubicarlos en una sociedad que no escapa de las críticas y pintada con trazos de ironía.
“Llegué a los catorce años con una chompa color sol. Por eso mismo, fui recibido como nativo. Lo sentí de inmediato. Los treinta kilómetros que separaban Chaclacayo de Lima se me hicieron muchísimos más, la distancia suficiente que exige una nueva nacionalidad. Mi casa en Chaclacayo tenía esquina, la de Los Cedros con El Rosario, de modo que debería suponerse que la contagiaría, cosa que no ocurrió y hasta hoy en día se podría decirse que vivo desesquinado.”
El sol salía en un Chevrolet amarillo comienza con este pasaje. Nos introduce de manera directa a lo que será el resto de libro: recuerdos narrados acerca de personajes barriales, vecinos de los que todos podrían hablar pero que la pacatería obliga a guardar silencio.
Luis Freire nos narra historias desde las que podemos observar la vida de tres hermanas idénticas (menos por el color de cabello) llamadas las Gilmore Sisters, de un cura que abandona el sacerdocio “gracias” a una coqueta Anita Martínez y termina abriendo un restaurante, de una mujer que se dedicaba a poner inyectables y a deshacerse de la inútil castidad de los muchachos de la zona, de un vago que decía (con todos los argumentos necesarios para establecer una verdad) haber sido príncipe de Plutarquia (un relato simplemente genial), o de un Quijote y un Sancho Panza que se enfrentan a la aparición de los televisores en aquellos años (“La sin par aventura de don Quijote con el caballero de la gris figura”, es un relato indispensable y cargado de muy buen humor).
Un libro que quizás obtuvo mayor ruido en el circuito literario peruano por haber ganado un concurso a sobre cerrado habiendo mostrado en sus páginas el apellido del autor en todo momento —que puede considerarse igual que otro, sin lugar a dudas—, pero por otro lado, y eso es indiscutible, un libro imprescindible que nos reconcilia, con una gran calidad narrativa, con la lectura como divertimento.
Luis Freire Sarria
Banco Central de Reserva del Perú
Premio BCRP – Novela corta 2005
Lima, 2005
125 páginas
Escribe: Juan Miguel Marthans
El sol salía en un Chevrolet amarillo, ganador del concurso de Novela Corta 2005 organizado por el Banco Central de Reserva del Perú, es un libro que se arma a través de veintiún relatos que tienen como hilo conductor un mismo espacio: Chaclacayo (Lima, Perú) en los años 60. Así mismo, como puede funcionar como un todo, dado el orden cronológico, lo logra hacer de manera individual, sin perder su riqueza, sino más bien, a mi parecer, acentuándola.
Luis Freire, es un escritor que a lo largo de su obra ha sabido respetar ese humor que de cierta manera se ha hecho constante en la literatura peruana, y lo hace bien, apoyándose en él para brindarle al lector una buena cantidad de oxígeno mientras pasa las páginas y para poder darle a sus personajes una ternura ante la que no podemos hacer más que quererlos, sentirlos muy cercanos, y ubicarlos en una sociedad que no escapa de las críticas y pintada con trazos de ironía.
“Llegué a los catorce años con una chompa color sol. Por eso mismo, fui recibido como nativo. Lo sentí de inmediato. Los treinta kilómetros que separaban Chaclacayo de Lima se me hicieron muchísimos más, la distancia suficiente que exige una nueva nacionalidad. Mi casa en Chaclacayo tenía esquina, la de Los Cedros con El Rosario, de modo que debería suponerse que la contagiaría, cosa que no ocurrió y hasta hoy en día se podría decirse que vivo desesquinado.”
El sol salía en un Chevrolet amarillo comienza con este pasaje. Nos introduce de manera directa a lo que será el resto de libro: recuerdos narrados acerca de personajes barriales, vecinos de los que todos podrían hablar pero que la pacatería obliga a guardar silencio.
Luis Freire nos narra historias desde las que podemos observar la vida de tres hermanas idénticas (menos por el color de cabello) llamadas las Gilmore Sisters, de un cura que abandona el sacerdocio “gracias” a una coqueta Anita Martínez y termina abriendo un restaurante, de una mujer que se dedicaba a poner inyectables y a deshacerse de la inútil castidad de los muchachos de la zona, de un vago que decía (con todos los argumentos necesarios para establecer una verdad) haber sido príncipe de Plutarquia (un relato simplemente genial), o de un Quijote y un Sancho Panza que se enfrentan a la aparición de los televisores en aquellos años (“La sin par aventura de don Quijote con el caballero de la gris figura”, es un relato indispensable y cargado de muy buen humor).
Un libro que quizás obtuvo mayor ruido en el circuito literario peruano por haber ganado un concurso a sobre cerrado habiendo mostrado en sus páginas el apellido del autor en todo momento —que puede considerarse igual que otro, sin lugar a dudas—, pero por otro lado, y eso es indiscutible, un libro imprescindible que nos reconcilia, con una gran calidad narrativa, con la lectura como divertimento.
lunes, 28 de julio de 2008
Por una antropología de la movilidad — Marc Augé
Por una antropología de la movilidad
Marc Augé
Editorial Gedisa
Barcelona, 2007
93 páginas
Escribe: Juan Miguel Marthans
Marc Augé (Poitiers, 1935) es especialista en antropología y etnología, y autor de una larga lista de libros dedicados a estos temas, principalmente. Por otro lado está Gedisa, editorial que en el 2007 cumplió 30 años publicando libros que, quizás podría ser su principal característica, nos transmiten una visión del mundo crítica. Es por esta razón que, al cumplir 30 años, ha querido preparar una pequeña colección que analice los cambios sociales y tecnológicos de este periodo de tiempo; dentro de esta colección llamada Visión 3X, figura Por una antropología de la movilidad, de Augé.
Augé, en este libro, se replantea una serie de temas ya analizados en obras anteriores, pero esta vez dándole una visión actual, del momento en que nos encontramos y mostrando así los cambios que se han dado en los 30 últimos años.
Cabe resaltar que Augé parte mostrando qué es en realidad una frontera. Por un lado están las fronteras que parecen borrarse, ya sea por la capacidad de transmitir información y comunicación, mientras por otro lado están las nuevas fronteras que se van creando para proteger los espacios (países, ciudades hasta barrios enrejados), entonces como se acentúan por un lado y se esconden por otro.
Teniendo claro cuál es la visión de Augé acerca de las fronteras, el camino a seguir por las páginas de este libro, es sencillo, desde el concepto de universalización, queriendo ir más allá de la globalización, pasando por la “urbanización del mundo” hasta llegar al “escándalo del turismo”.
“… nuestra época se caracteriza por un contraste tan sorprendente como terrible, ya que los turistas suelen visitar los países de los que los inmigrantes se ven obligados a irse, en condiciones difíciles y, a veces, llegando a arriesgar sus vidas. Estos dos movimientos en sentido contrario son uno de los posibles símbolos de la globalización liberal, de la que ya sabemos que no se facilitan de la misma manera todas las formas de circulación.”
Un libro breve que nos invita a detenernos un momento para darnos cuenta de los cambios que se están dando y cómo estamos todos involucrados en ellos ya sea de una manera o de otra.
Marc Augé
Editorial Gedisa
Barcelona, 2007
93 páginas
Escribe: Juan Miguel Marthans
Marc Augé (Poitiers, 1935) es especialista en antropología y etnología, y autor de una larga lista de libros dedicados a estos temas, principalmente. Por otro lado está Gedisa, editorial que en el 2007 cumplió 30 años publicando libros que, quizás podría ser su principal característica, nos transmiten una visión del mundo crítica. Es por esta razón que, al cumplir 30 años, ha querido preparar una pequeña colección que analice los cambios sociales y tecnológicos de este periodo de tiempo; dentro de esta colección llamada Visión 3X, figura Por una antropología de la movilidad, de Augé.
Augé, en este libro, se replantea una serie de temas ya analizados en obras anteriores, pero esta vez dándole una visión actual, del momento en que nos encontramos y mostrando así los cambios que se han dado en los 30 últimos años.
Cabe resaltar que Augé parte mostrando qué es en realidad una frontera. Por un lado están las fronteras que parecen borrarse, ya sea por la capacidad de transmitir información y comunicación, mientras por otro lado están las nuevas fronteras que se van creando para proteger los espacios (países, ciudades hasta barrios enrejados), entonces como se acentúan por un lado y se esconden por otro.
Teniendo claro cuál es la visión de Augé acerca de las fronteras, el camino a seguir por las páginas de este libro, es sencillo, desde el concepto de universalización, queriendo ir más allá de la globalización, pasando por la “urbanización del mundo” hasta llegar al “escándalo del turismo”.
“… nuestra época se caracteriza por un contraste tan sorprendente como terrible, ya que los turistas suelen visitar los países de los que los inmigrantes se ven obligados a irse, en condiciones difíciles y, a veces, llegando a arriesgar sus vidas. Estos dos movimientos en sentido contrario son uno de los posibles símbolos de la globalización liberal, de la que ya sabemos que no se facilitan de la misma manera todas las formas de circulación.”
Un libro breve que nos invita a detenernos un momento para darnos cuenta de los cambios que se están dando y cómo estamos todos involucrados en ellos ya sea de una manera o de otra.
sábado, 19 de julio de 2008
Los cínicos no sirven para este oficio (Sobre el buen periodismo) — Ryszard Kapuściński
Los cínicos no sirven para este oficio — Sobre el buen periodismo
Ryszard Kapuściński
Editorial Anagrama
Creo que para ejercer el periodismo,
ante todo, hay que ser un buen hombre,
o una buena mujer:
buenos seres humanos.
Ryszard Kapuściński
El epígrafe con el que he deseado comenzar esta reseña podría resumir lo que Kapuściński ha plasmado a lo largo de toda su obra: periodismo que tenga como objetivo final la visión del hombre mismo.
Kapuściński ha sido, antes que periodista, un observador del mundo, un observador que ha buscado mimetizarse con las realidades que le han tocado vivir. Kapuściński, desde sus inicios ha planteado la labor de reportero como un permanente cruce de fronteras, el saber ponerse al otro lado, el querer conocer y entender el mundo desde los ojos de otros y valorando elementos y comportamientos ajenos que para muchos podrían pasar desapercibidos.
Los cínicos no sirven para este oficio reúne el resultado de algunos conversatorios en los que se habló acerca de la labor del periodista. El primer conversatorio, aunque mejor sería decir que es una entrevista, es con la italiana Maria Nadotti; luego tenemos una entrevista con Andrea Semplici; y, para finalizar, un conversatorio con el escritor y poeta inglés John Berger.
Es digno de rescatar de esta obra el carácter informal y espontáneo con que se ha trabajado cada una de estas conversaciones, en las que sentimos a un Kapuściński cómodo, acucioso, con una visión clara de sus conceptos acerca de su trabajo y de su apreciación panóptica del mundo.
En estas conversaciones hay temas que no se podían dejar de lado ya que su obra ha girado en torno ellas: sus comienzos como periodista y la verdadera responsabilidad como tal, el Tercer Mundo, el siglo XX, la tecnología, África, Europa, los medios de comunicación…
Quizás rescatar las conversaciones que están en este libro, nos aproximan al Kapuściński más humano, el que, como para cerrar retomando el epígrafe, dice: «Si se es una buena persona, se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias».
Ryszard Kapuściński
Editorial Anagrama
Barcelona, 2002
Creo que para ejercer el periodismo,
ante todo, hay que ser un buen hombre,
o una buena mujer:
buenos seres humanos.
Ryszard Kapuściński
El epígrafe con el que he deseado comenzar esta reseña podría resumir lo que Kapuściński ha plasmado a lo largo de toda su obra: periodismo que tenga como objetivo final la visión del hombre mismo.
Kapuściński ha sido, antes que periodista, un observador del mundo, un observador que ha buscado mimetizarse con las realidades que le han tocado vivir. Kapuściński, desde sus inicios ha planteado la labor de reportero como un permanente cruce de fronteras, el saber ponerse al otro lado, el querer conocer y entender el mundo desde los ojos de otros y valorando elementos y comportamientos ajenos que para muchos podrían pasar desapercibidos.
Los cínicos no sirven para este oficio reúne el resultado de algunos conversatorios en los que se habló acerca de la labor del periodista. El primer conversatorio, aunque mejor sería decir que es una entrevista, es con la italiana Maria Nadotti; luego tenemos una entrevista con Andrea Semplici; y, para finalizar, un conversatorio con el escritor y poeta inglés John Berger.
Es digno de rescatar de esta obra el carácter informal y espontáneo con que se ha trabajado cada una de estas conversaciones, en las que sentimos a un Kapuściński cómodo, acucioso, con una visión clara de sus conceptos acerca de su trabajo y de su apreciación panóptica del mundo.
En estas conversaciones hay temas que no se podían dejar de lado ya que su obra ha girado en torno ellas: sus comienzos como periodista y la verdadera responsabilidad como tal, el Tercer Mundo, el siglo XX, la tecnología, África, Europa, los medios de comunicación…
Quizás rescatar las conversaciones que están en este libro, nos aproximan al Kapuściński más humano, el que, como para cerrar retomando el epígrafe, dice: «Si se es una buena persona, se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias».
viernes, 11 de julio de 2008
La presa — Kenzaburo Oé
La presa
Kenzaburo Oé
Quinteto, Editorial Anagrama
Barcelona, 2003
114 páginas
Escribe: Juan Miguel Marthans
Hace muchos años compré este libro en la edición de Anagrama, pero la maldición que suele caer sobre las personas que “prestábamos” libros hizo que se me extraviara. Luego de mucho tiempo, después de haberme sumergido en otros títulos, logré encontrar en los remates de un supermercado la edición de Quinteto (marca perteneciente a cinco editoriales entre la que se encuentra Anagrama), por lo que decidí tomar revancha con este libro de Kenzaburo Oé (Japón, 1935).
Durante los años de guerra, mientras unos niños jugaban en el crematorio de una aldea de Japón buscando huesos que les puedan servir como trofeos, un avión enemigo se estrella cerca en las proximidades del pueblo y la gente sale en busca de los restos de la aeronave o de algún sobreviviente. Lo único que encuentran es un montón de metal retorcido y un soldado negro, al cual lo toman prisionero.
Oé, luego de este comienzo, crea un universo en torno al cambio que sufre, principalmente, la vida de los niños del pueblo a través de la “visita” del soldado negro. El aislamiento en el que la presa vive en aquella aldea, le permite a Oé ahondar más en las percepciones que los personajes van teniendo en torno a la llegada de “la presa” y los lazos comunicacionales que deben surgir entre dos culturas tan disímiles. Quizás la visión de Oé es bastante occidentalizada, pero eso genera una proximidad del lector (“occidental”) con el prisionero, quien se sume en un universo en donde el lenguaje es su peor enemigo, llevándolo a convertir en una especie de “mascota” de los niños del pueblo, en donde los lazos de afinidad se basan en un intercambio de experiencias inmediatas y situacionales.
El tiempo es el principal elemento que hace que todos los vasos comunicantes que se crean entre los niños del pueblo y la presa se vean anulados cuando llegan las órdenes del gobierno, obligando así a una vuelta de tuerca que fuerza al soldado negro luchar por su libertad limitada en aquella aldea.
Oé, en cada una de sus novelas, logra crear universos cerrados en los que aprisiona al lector en realidades limitadas, lo que le permite ahondar más en las relaciones interpersonales de sus personajes como seres individuales que actúan ante situaciones particulares, desencadenando conflictos que quedan claramente gravados en la mente del lector. Quizás la guerra sea, en este caso, el elemento reflexivo de la obra, ya que no queda ajena de nadie y en donde los personajes supuestamente más alejados de ella se convierten en sus víctimas directas.
La presa, es una nouvelle con la que Oé ganó el Premio Akutagawa, además de ser una de las obras más importantes del ganador del premio Nobel de 1994, lo que hace de este libro un imprescindible en nuestras bibliotecas.
Kenzaburo Oé
Quinteto, Editorial Anagrama
Barcelona, 2003
114 páginas
Escribe: Juan Miguel Marthans
Hace muchos años compré este libro en la edición de Anagrama, pero la maldición que suele caer sobre las personas que “prestábamos” libros hizo que se me extraviara. Luego de mucho tiempo, después de haberme sumergido en otros títulos, logré encontrar en los remates de un supermercado la edición de Quinteto (marca perteneciente a cinco editoriales entre la que se encuentra Anagrama), por lo que decidí tomar revancha con este libro de Kenzaburo Oé (Japón, 1935).
Durante los años de guerra, mientras unos niños jugaban en el crematorio de una aldea de Japón buscando huesos que les puedan servir como trofeos, un avión enemigo se estrella cerca en las proximidades del pueblo y la gente sale en busca de los restos de la aeronave o de algún sobreviviente. Lo único que encuentran es un montón de metal retorcido y un soldado negro, al cual lo toman prisionero.
Oé, luego de este comienzo, crea un universo en torno al cambio que sufre, principalmente, la vida de los niños del pueblo a través de la “visita” del soldado negro. El aislamiento en el que la presa vive en aquella aldea, le permite a Oé ahondar más en las percepciones que los personajes van teniendo en torno a la llegada de “la presa” y los lazos comunicacionales que deben surgir entre dos culturas tan disímiles. Quizás la visión de Oé es bastante occidentalizada, pero eso genera una proximidad del lector (“occidental”) con el prisionero, quien se sume en un universo en donde el lenguaje es su peor enemigo, llevándolo a convertir en una especie de “mascota” de los niños del pueblo, en donde los lazos de afinidad se basan en un intercambio de experiencias inmediatas y situacionales.
El tiempo es el principal elemento que hace que todos los vasos comunicantes que se crean entre los niños del pueblo y la presa se vean anulados cuando llegan las órdenes del gobierno, obligando así a una vuelta de tuerca que fuerza al soldado negro luchar por su libertad limitada en aquella aldea.
Oé, en cada una de sus novelas, logra crear universos cerrados en los que aprisiona al lector en realidades limitadas, lo que le permite ahondar más en las relaciones interpersonales de sus personajes como seres individuales que actúan ante situaciones particulares, desencadenando conflictos que quedan claramente gravados en la mente del lector. Quizás la guerra sea, en este caso, el elemento reflexivo de la obra, ya que no queda ajena de nadie y en donde los personajes supuestamente más alejados de ella se convierten en sus víctimas directas.
La presa, es una nouvelle con la que Oé ganó el Premio Akutagawa, además de ser una de las obras más importantes del ganador del premio Nobel de 1994, lo que hace de este libro un imprescindible en nuestras bibliotecas.
viernes, 4 de julio de 2008
¿Quién me ayuda a matar a mi mujer? — Carlos Carrión
¿Quién me ayuda a matar a mi mujer?
Carlos Carrión
Editorial El Conejo
Quito, 2006
222 páginas
Escribe: Lino Sangalli
Carlos Carrión
Editorial El Conejo
Quito, 2006
222 páginas
Escribe: Lino Sangalli
¿Quién me ayuda a matar a mi mujer? Es la pregunta que se hace el ecuatoriano Carlos Carrión a lo largo de las 222 páginas de su divertida novela, poblada por entretenidos personajes aquejados todos por diferentes grados de demencia, como la vida misma.
Carrión se muestra como un lúcido compositor que escribe ágilmente sobre un pentagrama, dominando una prosa diestra que por momentos alcanza tonos sinfónicos, atrapando al lector en una vorágine de situaciones insólitas y caóticas, para sumirlo también en lapsos calmos, como sonatas plenas de dulce y poética armonía, mostrándole al mismo tiempo, el amor, adolescente e ingenuo, y el horror de la amargura solitaria de un atormentado protagonista.
Ulpiano es, desde su niñez, en la apacible Loja, un apasionado admirador e intérprete de jazz y sobre todo de Charlie “El Pájaro” Parker. Vive, también tercamente, enamorado de Johana a quien conoce desde muy niña y de la que se separa para viajar a Madrid gracias a una beca musical. En Europa se sentirá traicionado por su amada, vivirá con candor provinciano una sucesión de aventuras de estudiante, acompañado de una serie de alocados y divertidos compatriotas, hasta conocer a una mujer que le arrancará la virtud, luego de seducirlo, para tenderle en seguida la más infame de las trampas, en la que cae “redondo” nuestro inexperto músico.
Hasta allí una primera parte de esta obra que, como una pieza musical, consta de tres movimientos: una maravillosa obertura llena de delirantes diálogos y situaciones descabelladas tratadas con gran maestría y dominio. Luego da paso a un interludio, en el cual el antihéroe retorna a Loja a vivir un infierno doméstico, entregado a toda clase de excesos y donde el ritmo de la narración decae un tanto, llegando hasta los límites de la monotonía, para luego ingresar triunfal a un tercer movimiento glorioso, en el cual Ulpiano reencontrará al amor de su vida y conocerá, junto a ella, el éxito en su profesión de músico, para encaminarse a un desenlace inesperado.
En este texto, el autor retrata la sociedad ecuatoriana, con sus problemas y sus costumbres, no muy distintas a la realidad de muchos países latinoamericanos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)